
¿Por qué las personas se autolesionan y cómo podemos ayudarles?
Las autolesiones son conductas dañinas que uno se realiza a si mismo, cuya función puede ser diversa. Aunque normalmente las autolesiones están más asociadas a los preadolescentes y adolescentes, es una conducta que también realizan los adultos.
Algunas conductas autolesivas son realizarse cortes superficiales en diferentes partes del cuerpo, golpearse a si mismo o contra objetos, pellizcarse, arrancarse pelo, realizarse quemaduras, etc. Si entendemos la autolesión en un sentido más amplio, provocarse el vómito, prohibirse comer, darse atracones de comida, morderse las uñas, o consumir drogas, pueden ser otros ejemplos de autolesión.
Existen diferentes motivos por los que una persona se autolesiona, y dichos motivos constituyen la función de la conducta. En psicoterapia, es fundamental establecer cual es la función de la autolesión para poder comprender a la persona y de ese modo ayudarla a que deje de realizarla.
La persona suele autolesionarse cuando siente emociones intensas, habitualmente ansiedad, angustia, o culpabilidad. El dolor físico que siente al lesionarse, le permite focalizar su atención en dicho dolor y dejar de focalizarla en el dolor emocional que siente. La autolesión le permite controlar la causa y la intensidad del dolor, ante la falta de otros recursos para gestionar su dolor emocional. Así que, mientras se autolesiona, puede entender qué le provoca ese dolor y autocontrolar cuánto tiempo le dura y con qué intensidad lo siente. Dependiendo de la lesión, puede producirle a la persona una especie de efecto “sedante o aliviante”, que por un tiempo le haga no sentir dolor emocional.
Aunque este suele ser el motivo principal, existen otros motivos para provocarse una lesión, como por ejemplo, autocastigarse. En este caso, la persona siente mucha culpabilidad que no sabe gestionar, y la única manera que encuentra de reducir dicha emoción, es infligirse un daño, para de esa manera castigarse, y poder reducir su culpabilidad. De alguna manera, siente que merece infligirse ese daño. Esto ocurre por ejemplo en los trastornos de alimentación, en los que la persona se siente muy culpable tras haber ingerido demasiada comida o alimentos prohibidos, y necesita reducir la culpabilidad que siente y evitar las posibles consecuencias negativas de esa ingesta. Así que se autocastiga eliminando la ingesta de comida en las siguientes horas o días, o provocándose el vómito. Estas conductas también sirven para compensar su ingesta anterior. En definitiva, las autolesiones pueden ser conductas cuya finalidad sea el castigo y la autodestrucción.
En algunas ocasiones, las autolesiones pretenden ser autolíticas, es decir, la persona está buscando desaparecer, o en última instancia morir.
Todas las autolesiones e independientemente de la funcionalidad, suelen acarrear vergüenza y culpa en la persona, quien a medio plazo se siente avergonzada de la conducta y sus consecuencias, y siente culpa por no poder gestionar sus emociones de otro modo. Así que con frecuencia ocultan las marcas, para que ni ellos mismos ni su entorno puedan ver las consecuencias de su autolesión. Sin embargo, su culpabilidad y vergüenza le predisponen a volver a autolesionarse para reducir la intensidad de esas emociones, pudiendo convertirse en un círculo vicioso y adictivo.
Las personas que se autolesionan suelen recibir mucha incomprensión por parte de su entorno. En el caso de los adolescentes, los padres suelen alarmarse mucho, como es normal, por no saber cómo reaccionar y gestionar el problema. Por ello es importante conocer la principal función que cumple la autolesión, para comenzar por comprender las emociones que esa persona está sintiendo en ese momento que le llevan a realizar esas conductas, y de esa forma empatizar, mostrar comprensión y apoyo emocional a dicha persona, dando por válidas sus emociones aunque sean muy intensas y la conducta sea dañina. Es decir, es muy importante validar la emoción de la persona aunque no validemos la conducta autolesiva.
En terapia, se analizan en detalle las conductas que se realizan y se aborda su eliminación utilizando diferentes herramientas en el contexto de un adecuado vínculo terapéutico. Una de las herramientas que se utiliza es la sustitución de las autolesiones por otro tipo de conductas que puedan ejercer la misma función, de regulación y gestión emocional, pero que no sean tan dañinas como las conductas lesivas. Algunas de las conductas sustitutivas pueden ser: exfoliarse la piel, darse una ducha fría, romper algún objeto que no provoque ningún daño, escribir los pensamientos negativos para después romperlos, abrazar fuertemente una almohada, realizar ejercicio físico intenso, bailar con la música muy alta, etc.
Si al leer este articulo te sientes identificado, o tienes algún familiar o amigo que pueda estar pasando por algo así, no dudes en contactar con un profesional de la salud mental que pueda ayudarte, analizar el problema contigo, comprenderte, y darte herramientas para gestionar el problema.