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¿Cómo gestionar el cuidar de alguien enfermo?
Tener que cuidar de alguien enfermo, ya sea un amigo o familiar, es una situación que la mayoría de las personas hemos atravesado o tendremos que hacerlo en algún momento de nuestra vida, (por suerte, mirándolo desde el punto de vista de que estamos en condiciones de poder cuidar a otros cuando nos necesiten).
Cuidar de un ser querido enfermo, puede convertirse en una circunstancia bastante estresante y psicológicamente cargante, sobre la que no se habla mucho. Consideramos que esto puede deberse a que en diversas sociedades se normaliza que cuidar de otros, especialmente de familiares, y sobre todo si eres mujer, es lo que “te toca” hacer, es tu deber como hij@, padre o madre, familiar, pareja, etc. Por lo tanto al ser un deber, puede que la persona cuidadora se sienta con frecuencia con poco o ningún derecho a quejarse, tener su espacio, decir que no, agobiarse, querer que la situación cambie, enfadarse, etc. Precisamente esto, puede hacer el estrés aún más intenso y duradero para el cuidador, trayendo consigo consecuencias negativas para la salud mental de la persona. Así que, si has cuidado, estás cuidando o crees que cuidarás de alguien en su proceso de enfermedad, te recomendamos que leas este artículo para poder gestionar la situación con el mínimo impacto posible en tu salud física y mental.
Habitualmente cuando nos convertimos en cuidadores, dicho rol ocupa gran parte de nuestro dia, convirtiéndose la persona enferma por momentos o temporadas, en el centro de nuestra vida. Nuestros primeros y últimos pensamientos en el dia son relativos al bienestar o malestar de esa persona, a su salud física y mental, a su futuro y el nuestro, a controlar las posibles adversidades en su proceso de mejora o tratamiento, etc. También se suelen adaptar nuestras rutinas y responsabilidades a las necesidades de esa persona, a quien por su estado de salud tendemos a priorizar. Esto conlleva una carga mental y energética, que reduce la capacidad de atender a otras situaciones y personas en nuestra vida personal, en favor de volcar esa energía en la persona a quien cuidamos. Esto puede conllevar consecuencias tales como:
- Falta de concentración, despistes, lagunas de memoria, para otras áreas de la vida como el trabajo, la pareja, los hijos, los amigos, etc.
- Falta de interés y dificultad para disfrutar de las cosas que antes se disfrutaban como los amigos, pareja, aficiones, tiempo libre, etc.
- Abandono personal, lo que produce bajada del estado de ánimo
- Sensación de preocupación constante, que conlleva emociones tales como irritabilidad, ansiedad, inseguridad y tristeza.
- Tensión por el estado y evolución de la persona. Sensación de que tu dia irá bien o mal en función de su estado, lo que conlleva sensación de pérdida de control del timón de tu vida.
- Cambio de paradigma y de prioridades, de modo que cosas que antes nos importaban mucho, tengamos la sensación de que son tonterías.
- Sensación de tener mucha responsabilidad sobre los hombros, lo que puede conducir a querer abarcar y controlar cada vez más áreas de la vida de la persona enferma, y hacerse cargo, en ocasiones de forma excesiva, del bienestar del otro, tomando partido en sus decisiones, encargándote de su estado de ánimo, etc., lo que provoca mayor estrés.
- Sensación de ser incomprendido por el entorno y conflictos con otros familiares, pareja, compañeros de trabajo, jef@, amig@s, etc.
Si a estas consecuencias, le sumamos la inadecuada gestión por parte del cuidador, asumiendo que es lo que “tiene que hacer” y por ello no permitiéndose, tal y como se mencionaba anteriormente, su desahogo, sus tiempos, etc., el estrés emocional puede alcanzar niveles muy altos, que deriven en trastornos psicológicos tales como depresión o trastornos de ansiedad, y pueden provocar rupturas en las relaciones familiares, de pareja o con amistades.
Así que, te recomendamos que te observes, escuches, y te permitas hablar sobre qué piensas y cómo te sientes. Te sorprenderá darte cuenta de que muchas personas han pasado en algún momento por tu situación y probablemente te entiendan y apoyen mejor de lo que esperabas. Ventilar tus emociones, permitirte un espacio de desahogo y brindarte ese tiempo, va a hacerte sentir mejor al menos inicialmente. También te recomendamos que no te abandones y busques pequeños momentos en los que conectar con lo que necesitas, lo que te apetece, lo que quieres hacer, y lo hagas. Recurre a tu entorno, pide ayuda, no tienes que poder con todo y todo el tiempo, y tienes derecho a recibirla.
Si estás experimentando varias de las consecuencias mencionadas, no estás solo. Los profesionales de la salud mental trabajamos habitualmente con personas que se encuentran ejerciendo un rol de cuidador, que necesitan herramientas para gestionar lo que les ocurre por encontrarse en esa posición. Te recomendamos que acudas a un psicólogo que pueda orientarte de una forma más personalizada, valorando tu personalidad, tus recursos y tus circunstancias individuales. Así, poder diseñar contigo una serie de cambios y estrategias que te permitan recobrar salud mental con la que poder tener la energía y fuerza de poderte enfrentar a la situación que atraviesas.