

TIPOS DE APEGO Y SU INFLUENCIA EN LA VIDA ADULTA
Cuando somos niños, a partir del vinculo que establecemos con nuestros cuidadores se desarrolla la forma en la que vemos el mundo, nos vemos a nosotros mismos y nos relacionamos con los demás.
John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista infantil, estudió hace años diferentes tipos de apego en los niños, y la implicación que éstos tenían en la vida adulta. En el transcurso del primer año de vida se establecen los apegos con los cuidadores más cercanos y se empiezan a desarrollar los miedos hacia los desconocidos. De esta manera, el apego se encarga de dar seguridad al niño ante lo desconocido, cuando explora, conoce el mundo y se relaciona con el mundo exterior. Si el apego que se establece no es seguro es cuando aparecen los miedos e inseguridades, que puede manifestarse de forma más o menos visible en la vida adulta.
Los cuatro tipo de apego que propuso Bowlby son los siguientes:
1. Apego seguro: el niño siente que sus cuidadores van a estar de forma incondicional, que no le van a fallar. Se siente querido, valorado y cuidado. El cuidador ha estado de forma constante cubriendo las necesidades emocionales (no solo las básicas de alimentación y limpieza) del niño, con una buena comunicación y transmitiendo seguridad.
El adulto con un apego seguro, establecerá relaciones de confianza e intimidad sin problema, pedirá ayuda cuando la necesite, no estará constantemente preocupado por el amor y por la relación, sabrá respetar los espacios propios y de su pareja, y si se da una ruptura, lo aceptará aunque le duela.
2. Apego ansioso-ambivalente: en este estilo de apego el niño experimenta angustia e inseguridad tras experimentar que sus cuidadores a veces están y otras veces no están. Esto genera inconsistencia en la fuente de seguridad y cuidado por lo que viven las separaciones con gran angustia y miedo. Desde aquí, el niño va a desarrollar de adulto mecanismos de control frente a esa inseguridad vivida.
En las relaciones adultas va a experimentar miedo constante a ser abandonado, necesidad constante de la pareja o de reasegurar que le quiere y no le va a dejar, interpreta constantemente todo lo que hace la pareja, piensa que el amor que le da es siempre insuficiente y toda su felicidad y bienestar se basa en la relación. Desarrollan vínculos desde la dependencia emocional.
3. Evitativo: el niño siente que no pueden contar con sus cuidadores, eso les provoca mucho sufrimiento y en vez de buscarlos de forma ansiosa, generan una autosuficiencia basada en la distancia emocional. Se sienten poco valorados y queridos en el fondo y por tanto les cuesta mucho gestionar sus emociones y entender la de los demás.
En el adulto, son personas que distantes emocionalmente, que aparentan seguridad pero no llegan a intimar y profundizar en sus relaciones, temen al compromiso, les cuesta expresar emociones, y valoran de más la independencia y la autonomía personal, de tal manera que no se suelen dejar ayudar.
4. Desorganizado: es una mezcla de las dos anteriores. Se trata de casos en los que el niño sienten una carencia completa de apego por abandono o negligencia, con sentimientos contradictorios e inadecuados. El niño pierde la total confianza y seguridad en su figura de referencia e incluso puede llegar a sentir miedo hacia ésta. Sienten una gran anhelo por sentirse queridos y les duele mucho sentirse abandonados pero no saben gestionar esa emoción, se desbordan y entonces rechazan las relaciones.
En el adulto suelen tener relaciones altamente conflictivas, pasando del amor al odio, inestables y variables, a veces parece que temen ser abandonados y otras parece que rechazan la relación.
Si bien hemos hablado de la formación de estos apegos desde la edad temprana, éstos no son inamovibles, se pueden ir cambiando y modificando en las relaciones con otras personas de su entorno a lo largo de la vida, y en la vida adulta se pueden aprender conductas de apego seguro.