Las rabietas son llantos y pataletas descontroladas provocadas por la incapacidad del niño que no logra algún objetivo que desea.
Las rabietas pueden aparecer a partir del año y medio, pero se suelen dar con mayor facilidad entre los dos y los tres años. Se dan en un momento en el que el niño ha logrado muchos avances, es cada vez más autónomo, pero no puede hacer lo que quiere. El niño se siente con la necesidad de probar hasta donde puede llegar y todavía no sabe controlar sus emociones.
En estas edades aprenden con su propia experiencia a establecer las diferencias entre lo que se debe y lo que no se debe hacer, para ello necesitan unas pautas claras, modelos y limites que no se deben sobrepasar y que el adulto debe establecer.
Causas de las rabietas
Quieren ser independientes y se molestan cuando no pueden hacer lo que quieren
Están tratando de llamar la atención para poner a prueba las reglas
Se les ha quitado algo
No han aprendido todas las palabras para decir lo que sienten, no quieren y esto les molesta
Etiología y factores contribuyentes
DEL DESARROLLO
Las rabietas aparecen cuando las emociones negativas de ira o frustración exceden la capacidad del niño para controlarlas. En los niños pequeños, el conflicto entre el impulso para la autonomía y la dependencia continua crea frustración y estrés emocional. En los niños mayores, las rabietas pueden ser una conducta aprendida, reforzada por la adaptación de los padres o por la intensa atención negativa que despiertan.
TEMPERAMENTALES
Los niños nerviosos tienden a expresar sus sentimientos dramáticamente, los niños más reactivos suelen entrar más fácil en rabieta y los obstinados le duran más tiempo. Hay niños que tienen desrregulados el sueño o alimentación y esto es un factor a tener en cuenta porque son más propensos a rabietas.
AMBIENTALES
Los riesgos familiares del aumento de rabietas incluyen el estrés familiar, la violencia doméstica, la depresión de los padres, consumo de drogas, castigos corporales frecuentes o incapacidad de marcar los limites firmemente
Que hacer para evitar las rabietas
Es muy importante que los padres entiendan que son el canalizador directo de las rabietas de los niños, es evidente que los niños necesitan tener limites pero e la mayoría de las ocasiones son los propios miedos o emociones del adulto los que van a regular la rabieta del niño. Por eso es importante tener en cuenta el propio estado emocional para conseguir sobre todo una buena comunicación verbal y no verbal con el niño. Muchas de las rabietas se pueden evitar si tenemos en cuenta lo siguiente:
Permitir que los niños realicen pequeñas elecciones frecuentes, todas ellas dentro del terreno de lo aceptable
Tener en cuenta los ritmos y temperamento del niño, no podemos ser demasiados exigente y rígidos.
Utilizar un tono animado al solicitarle al niño que haga algo, haciendo que suene más como una invitación, no una orden (opero con alegría, no con inseguridad o miedo)
Qué hacer ante una rabieta
Ignorar totalmente la rabieta, si el niño ni tiene ningún tipo de atención (ni verbal ni física), deja de llorar y gritar. En caso de que la forma en que el niño expresa la rabieta implica agresión física, se le puede coger y poner el limite físico, pero desde la tranquilidad.
Mantener la calma, no perder la serenidad, ya que solo conseguir a animar al niño a que siga en aumento
Le haremos caso cuando se haya calmado y le reforzaremos por ello.
Enseñarle a solucionar sus problemas en lugar de reaccionar violentamente hacia ellos, se le proponen alternativas.
Mantenerse firmes, el niño tiene que aprender que no puede tener todo lo que el quiera, el adulto tiene que marcar unos límites claros y fijos de lo que puede y no puede hacer.
Actuación igual de todos los referentes con el
Después de que pase una rabieta, actuar con toda naturalidad como si no hubiese pasado nada. No hablar del tema si el niño no se acerca, si lo hace, hacer un breve comentario “no me gusta lo que has hecho”
Es importante tener en cuenta que ante una rabieta es mejor realizar los apartados anteriores y evitar el razonar o explicar el comportamiento adecuado cuando esta en plena rabieta porque ahí le estamos prestamos una atención que hará que perpetue el uso de la rabieta para conseguir lo que quiere; no despreciar al niño por tener una rabieta, ni etiquetarla ni castigarle por la rabieta porque puede sentirse poco comprendido y poco querido. Es importante también no recordarle tiempos pasados ni rabietas anteriores. Es importante que los padres entiendan y normalicen la expresión emocional de la frustración de los niños y desde esa óptica no etiquetar al niño.
Conclusión
En definitiva, el niño necesita que comprendamos bien su realidad, le marquemos limites, dejemos vivir las consecuencias de lo que hace, le animamos a avanzar le felicitemos por todo lo que va logrando y nos alegremos de sus progresos. Para ello debemos tener muy claro el plan de trabajo, que vamos a hacer, cómo y porque, ser constante, mantener la calma, darle alternativas al niño, instrucciones sencillas, actuar con naturalidad cuando pase la rabieta, reforzar el buen comportamiento y si acaso aplicar alguna sanción leve cuando esté en rabieta (“vete a tu cuarto hasta que te tranquilices”).
No siempre es fácil aplicar todas estas instrucciones y como cualquier persona podemos perder la paciencia, solo hay que recordar y normalizar el funcionamiento de las emociones, entender la situación y seguir aplicando los límites de forma adecuada.
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