¿Qué es la ansiedad? Claves para aprender a controlarla
Hoy en día la mayoría de nosotros ha vivido en algún momento de su vida esa sensación de nervios que rápidamente solemos catalogar de ansiedad.
La ansiedad casi siempre es asociada a síntomas físicos tales como taquicardia, tensión, inquietud y sensación de ahogo o falta de aire. En muchos casos la mayoría reconoce que cuando está ansioso puede llegar a tener problemas a la hora de conciliar el sueño, se siente muy cansado durante todo el día, y “la cabeza le va mil” sin poder conseguir desconectar.
¿Por qué se produce la ansiedad?
La ansiedad es una emoción que, como todas ellas, tiene una función adaptativa. Es decir, es una respuesta natural de los organismos vivos a través de la cual nos ayuda a movernos en la realidad que nos rodea, y a acostumbrarnos a los cambios que ocurren a nuestro alrededor. Nos permite estar alerta, sensible al ambiente, aportando un nivel óptimo de motivación para afrontar las situaciones.
La ansiedad se expresa en tres componentes:
- Cognitivo: son todos los pensamientos que tenemos cuando estamos nerviosos “estoy nervioso, no voy a ser capaz”. Hay un tipo de pensamiento muy característico que ocurre cuando se tiene ansiedad, llamado “catastrofización”. Es la tendencia a pensar en el peor escenario posible de cualquier situación que nos produce ansiedad (ya sea ante una situación social, enfermedades, la economía…)
- Fisiológico: son todos los síntomas físicos que experimentamos como taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, «nudo» en el estómago, etc. Estos síntomas pueden mantener e incrementar la intensidad de los síntomas de ansiedad (en personas con trastorno de pánico).
- Motor: son todas las conductas que llevamos a cabo cuando estamos ansiosos (estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motora, dificultad para estarse quieto, etc.)
No todas las personas experimentan todos los síntomas de ansiedad ni en la misma intensidad. Cada persona, es más vulnerable a unos síntomas que a otros, en función de variables biológicas y psicológicas.
¿Para qué sirve la ansiedad?
La ansiedad es una emoción, que como cualquier otra, tiene utilidad adaptativa. En este caso, nos ayuda a la supervivencia ante posibles peligros. De tal manera que la ansiedad es a nivel fisiológico un sistema de alarma, que te avisa de un peligro y pone en marcha todos los mecanismos del sistema nervioso para “salir corriendo” o “luchar” frente a ese potencial o real peligro.
Aunque en nuestro día a día actual, la mayor parte de las veces no tenemos que enfrentarnos a situaciones en las que nuestra vida corra peligro, la ansiedad en intensidad media-baja, nos permite estar alerta ante los problemas que van surgiendo, favoreciendo que sepamos responder de forma correcta a las demandas del entorno.
Cuando ese sistema de alarma es desproporcionado a la situación que vivimos, demasiado intenso o se alarga mucho en el tiempo, ocasiona los conocidos síntomas de malestar que experimentamos y que pueden interferir en el correcto funcionamiento de la vida diaria. Es en este punto cuando la ansiedad deja de ser adaptativa.
CLAVES PARA CONTROLAR LA ANSIEDAD
Como en cualquier otro problema de la vida, el primer paso para cambiar, es conocer en qué consiste el problema, cómo funciona, y porqué. Este es uno de los pasos esenciales y que más esfuerzo requiere en una persona con ansiedad.
- Entiendo mi ansiedad: consiste en elaborar una explicación y asimilar la idea día tras día. Esta es la parte más frustrante dado que muchas veces se comprende en un primer momento pero cuesta “aceptar” y “asimilar” la idea. Consiste en elaborar una explicación que pueda entender sobre las posibles causas de mi ansiedad y comprender porqué mi cuerpo responde de la forma en la que lo hace.
- No intentes eliminarla de raíz: la mayor resistencia que presenta la ansiedad a la hora de controlarla es precisamente el deseo de eliminarla y sentir el control. Precisamente el deseo de eliminarla hace que la intensidad de la ansiedad sea mayor.
- Busca apoyos: desahógate, centrate en otras tareas, escribe como te sientes, suelta un poco de todo ese “barullo” emocional que tienes.
- Dedica tiempo para desconectar: la relajación siempre es una práctica que puede ayudar a controlar la ansiedad. Otras actividades distractoras pueden tener un efecto beneficioso en relación a la disminución de la ansiedad (lectura, fotografía, ver una película o cualquier otra actividad agradable que requiera de recursos atencionales).
- Deporte: ayuda mucho a REDUCIR la sintomatología fisiológica asociada a la ansiedad, y al liberar endorfinas.
- Ajusta tus pensamientos: tal y como se ha explicado anteriormente, muchos de los pensamientos que se tienen cuando estamos ansiosos son catastrofizaciones. Cuanto más intentemos cambiar nuestros pensamientos catastróficos, ajustándonos a explicaciones y escenarios probables en vez de escenarios horribles y altamente improbables, mejor controlaremos la ansiedad.
Presentar problemas en el manejo de nuestra ansiedad conduce a sensaciones de malestar y descontrol. Si estás sintiendo un nivel elevado de ansiedad y/o mantenido en el tiempo, no dudes en contactar con un profesional de la psicología para poder manejarlo.